Soy Gabriel H. y soy neurótico.
Desde pequeño siempre fu un niño huraño, irritable y desconfiado a las personas además de tener muchos problemas de integración para relacionarme con los niños de mi edad. Era común verme en un rincón del patio de la escuela, comiendo mi almuerzo mientras veía como el resto de mis compañeros de escuela corrían, jugaban, reían y se hacían bromas. Siempre fui un niño muy quisquilloso, serio, intolerante, callado y no tenía amigos. Una de las razones de mi comportamiento era que en mi infancia viví algo que la gente llama violencia intrafamiliar, pero yo no quería admitirlo, me negaba a aceptar que así era mi ambiente.
Los recuerdos más fuertes de mi infancia fueron las reglas de mi mamá, las cuales me indicaban cómo portarme correctamente en la escuela o de lo contrario me pegaría; el hacer bien el aseo de la casa si no tenía que escuchar sus gritos; cuidar a mis hermanos, como ella ordenaba, durante el tiempo en que se iba a trabajar o de lo contrario, si les pasaba algo, yo respondía por ellos; por ese motivo casi todo el tiempo andaba con miedo, con temor a fallar, a no ser como ella quería y a las consecuencias que tendría si no la obedecía.
Con mi papá era lo mismo, su mentalidad machista decía que yo no debía llorar ni tener miedo a las peleas en la escuela, por eso cuando había algún problema lo resolvía yo mismo porque si se lo comentaba, él me regañaba; no sentía confianza de platicar con mis padres y prefería alejarme de ellos. Pensaba que de esa manera no tendría dificultades con nadie, pero me sentía muy solo la soledad llegó a mi.
No pude integrarme ni ser como mis compañeros, me cuidaba demasiado; ese pánico lo sentía al recordar los golpes que me habían dado mis padres cuando me atreví a desobedecerlos. Una ocasión sin querer tiré la comida que le llevaba a mi padre a su trabajo, mi mamá se enojó tanto que me golpeó con un cucharón de madera además de gritarme frente al resto de los vecinos en la casa donde vivíamos; otra vez tuve un problema con un compañero de la primaria porque me había rayado mi cuaderno de tareas, cuando la maestra nos preguntó qué había pasado, él le mintió; mandaron llamar a nuestros papás y aunque yo dije la verdad mi mamá no me creyó, por el contrario me gritó y golpeó con un sadismo que me dejó secuelas de las marcas en mis brazos y espalda.
Las etapas de mi adolescencia no las viví como mis compañeros, ya que sentía miedo hasta de tener las respuestas naturales del cambio de mi cuerpo. Cuando entré a la secundaria mis padres me amenazaron diciéndome que si se enteraban de que empezara a ver pornografía, me irían a golpear a la escuela, me exhibirían enfrente de mis compañeros y en ese mismo momento, dejaría la escuela y tendría que ponerme a trabajar. Estando ahí me sentía observado, desconfiaba hasta de los maestros porque pensaba que me vigilaban y que les dirían todo lo que hacía.
Jugando con mis hermanos, en algunas ocasiones, gritábamos por el juego y hasta eso les molestaba, como no nos callábamos me pegaban, ya que decían que mis hermanos hacían lo mismo que yo. Las cosas que querían que hiciera no me las pedían por favor, sólo me ordenaban. Una vez en que les contesté diciéndoles que no me gritaran, lo que recibí fue un golpe en la boca que me lastimó mucho física y emocionalmente.
Crecí así, siendo una persona miedosa y sintiendo mucha rabia, mucha ira hacia mis padres pero sin poderlo decir, a causa del pavor que sentía por sus represalias. A pesar de que odiaba la vida que llevaba terminé siendo igual a ellos, me volví enojón, exigente y golpeaba a mis hermanos; llegué a pelearme con mis amigos por cualquier pretexto y ellos me decían que estaba amargado, esta palabra me enardecía pero descubrí que era real vivía en la amargura total.
He tenido varios cambios a partir de que llegué al grupo Neuróticos Anónimos en Línea, la confianza hacia mí y a los demás la voy recobrando poco a poco; mi amargura e inseguridad las estoy tratando de superar, no ha sido fácil pero lo que he logrado es mucho; ahora hasta entiendo a mis padres, ya que ellos al igual que yo, tuvieron un ejemplo igual; pero la diferencia es que yo tengo un Movimiento que me ha ayudado a mejorar mi forma de ser y vivir. Gracias por el servicio, 24 horas.
Me dejaban golpes en la espalda cuando sólo era un niño