Yo suelo funcionar como una especie de robot programado para torturarse mentalmente. A lo largo de todo el día, mi pensamiento se queda encerrado en un círculo de recuerdos tristes, negativos y desesperanzadores. Puede ser que me centre en una persona en particular con la cual tengo alguna dificultad (amigos, ex parejas, compañero de trabajo o familiares) y que empiece a hacer un dolorosísimo recuento de cada una de las veces en que dicha persona me ha rechazado, humillado (según yo lo entiendo), traicionado, burlado…. O bien podría pensar constantemente en todas las cosas malas que podrían pasarme y dudar de que algo bueno pueda suceder en mi  vida. Después de ese tortuoso hilo de pensamientos tristes y oscuros, la vida se vuelve negro y gris, ni siquiera puedo decir blanco, porque difícilmente puedo ver luz o esperanza. Me siento totalmente miserable, enojada con deseos de mandar al infierno a todo, seca, sin amor, sin esperanza, sin alegría. Adquiero las condiciones de una bomba que solamente con apretar un botón esta lista para explotar en reclamos, en conmiseración, en suplicas. Mi mente funciona así, y ya no se desde hace cuando.

Algunas veces cuando no tengo muchos problemas económicos, ni he peleado con nadie, me puedo dar permiso de experimentar la alegría, y hasta de disfrutar por estar viva y de la compañía de otros, puede ser que incluso salga alguna sonrisa, o una que otra carcajada.