Capítulo 15
LA IRA: UNA EMOCIÓN DESTRUCTIVA
(Tomado del «Folleto de la Salud Mental» de Septiembre de 1968)
Hemos descubierto y firmemente creemos que la ira es una emoción completamente destructiva. Nunca hemos sabido que haya ningún bien en ella. La ira daña a la persona que la tiene y a menudo daña a otros a quienes va dirigida, y siempre resulta alguien dañado; nunca falla. Este aspecto de la ira -dañar- es en sí mismo una emoción destructiva y negativa que debe ser evitada a cualquier precio.
Cuando decimos esto, oímos exclamar: «¡Ah!, ¿pero no es la ira buena algunas veces?»; «¿no hace que las personas tomen una acción constructiva a lo que está incorrecto cuando es necesario?»; «¿no es una emoción humana necesaria que sirve a buenos propósitos cuando es usada correctamente?»; «¿no es la ira necesaria para sobrevivir?»; «¿no es verdad de que hay pruebas reales de que tiene un buen uso?»; «¿no seríamos débiles sin la ira?». A estas preguntas y muchas más como estas podemos dar un resonante ¡NO! LA IRA NUNCA ES BUENA: SIEMPRE DAÑA A QUIEN LA TIENE Y A MENUDO A OTROS Y NO TIENE NINGUNA UTILIDAD BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA.
Equivocadamente, muchas personas piensan que la ira es necesaria para hacer que las personas tomen una acción correcta, con lo que está incorrecto. Esto no es verdad. La acción constructiva puede ser tomada SIN IRA. En realidad, todas las acciones apropiadas se realizan sin ira. Lo sabemos, hemos experimentado ambas situaciones y conocemos los aspectos destructivos de la ira. Sabemos que la ira hace que la persona «pierda los estribos», diga cosas de las que más tarde se arrepentirá y cosas que pueden hacer daño irreparable a él y a otros, lo hace sentir culpable y con resentimiento, y puede arruinar una situación hasta destruir todo lo bueno que pudo haberse logrado.
Recuerde las veces que usted ha estado enojado; tendrá que admitir, si es honesto, que la situación pudo haber sido resuelta más efectivamente si usted no se hubiera enojado. Si la situación se resolvió bien, fue a pesar de la ira, y no a causa de ella.
Cuando una persona está enojada no tiene ningún control sobre él, dirá y hará cosas que no haría excepto bajo un fuerte enojo. Es algo verdaderamente muy triste no poder controlarse. En realidad, uno no es realmente responsable por su conducta cuando está siendo llevado por su ira. Por supuesto que se es moralmente responsable, pero con esto queremos decir que uno no es uno mismo, que está haciendo y diciendo cosas que no haría y diría cuando no está enojado.
Cuando está enojado, un hombre puede golpear a su jefe, aún sabiendo que puede ser despedido, y se pregunta que hará para conseguir otro empleo. Ciertamente, esto es no poder controlarse uno mismo y es, en verdad, locura. Si el hombre tiene una queja justificada puede ir donde su jefe, exponer su caso, y hablar SIN ENOJO. ¿Qué acción recomendaría usted?. Por supuesto, usted escogería la última. Mucho más será logrado con el último método. Estos no son ejemplos extremos. Cualquier situación de enojo es muy seria y la ira es en sí misma extrema. Pero la ira no es provocada por ninguna situación, son las reacciones de uno a la situación, lo que la ocasiona.
A menudo las personas dan ejemplos de situaciones en que ellos creen que es inevitable sentirse enojado. Usan palabras tales como «indignación justificada», «ira justificada», etc. Nosotros sabemos que NO EXISTE NINGUNA SITUACIÓN QUE JUSTIFIQUE LA IRA Y NO EXISTE TAL COSA COMO «¡INDIGNACIÓN JUSTIFICADA!».
Cualquier situación puede ser manejada apropiadamente sin ira. La ira no es tan necesaria como para que motive a la acción. Calmadamente y con inteligencia usted puede estudiar una situación que está mala y necesita ser corregida, luego usar su mente para saber lo que debería hacerse y proceder a hacerlo. Todo esto puede y debería ser hecho sin ira. Sabemos que se puede y funciona. Acostumbrábamos enojarnos, ahora no lo hacemos, y hemos encontrado que la situación en la que nosotros acostumbrábamos enojarnos puede ser mucho mejor y más apropiadamente resuelta sin ira, y que ahora somos capaces de actuar y de corregir lo equivocado sin enojo. Este cambio es verdaderamente un milagro. Acostumbrábamos sentir que teníamos razón mientras estábamos enojados y teníamos muchas historias y ejemplos que tratan de probar que «nuestro enojo estaba justificado». Pero hemos comprendido que estábamos equivocados. Hoy podemos resolver las situaciones sin ira, en cambio, antes estas situaciones fueron excusas para nuestro mal carácter. Ya que hemos experimentado la ira y la falta de ella podemos enfáticamente asegurarles que la ira siempre es mala. Cuando reflexionamos en las situaciones en las cuales nos enojamos, podemos ver nuestro error.
Sin enojarnos nuestras vidas son felices y nos sentimos bien. Cuando sentimos ira EN CUALQUIER GRADO nos sentimos miserables e infelices. Además, la ira trae consigo otras emociones tormentosas, cuando nos sentimos enojados planteamos vengarnos, sentir compasión por nosotros mismos, culpamos a otros, y terminamos sintiéndonos terriblemente deprimidos.
—- LAS LEYES DE LA ENFERMEDAD MENTAL Y EMOCIONAL—–