Durante toda mi vida, o desde que me acuerdo, le tuve mucha dependencia a los hombres, a la pareja. Desde muy chica ubicaba a un niño del cual «enamorarme» y me fugaba pensando en él para huir de la neurosis y el maltrato que vivía en la casa. Conforme fui creciendo, y empecé a tener novio, esa dependencia se intensificó, al grado de volverse muy angustiante el estar ni un momento con el que tuviera en turno.
Fueron relaciones de muchísimo sufrimiento, que al principio era bonito pero con el pasar de los meses yo sentía a esa persona como mía, no podía tener vida sin que me incluyera a mí, yo exigía que estuviera para mí. Si salía con amigos yo me enojaba, me la pasaba marcándole para ver a qué hors llegaba, era pedirle explicaciones de todo lo que había hecho. Yo en esos momentos sentía mucho sufrimiento, mucho dolor, una desesperación horrible de que no estuviera en esos momentos conmigo, de que se divierta sin mi, de que conociera otras viejas.
Ni siquiera podíamos ir al cine o ver la TV porque yo sentía que le gustaban más que yo, no se diga en la calle, andarle cuidando los ojos a ver a quién veía…..era una locura terrible de la cual sentía en realidad que estaba loca. Obviamente las parejas se cansaron de mi y me terminaron, dejando mucho dolor en mi, quedándome llorando por horas, aullando de dolor, y eran semanas de buscarlos para volver, de hincarme para que no me dejaran, hasta ese grado de humillación llegué por mi dependencia a las personas.
Yo no sabía qué me pasaba, porqué nadie sufría como yo, que yo era diferente, y fue hasta que llegué al grupo que supe que parte de mi neurosis es la dependencia enfermiza que le tengo a las personas que elijo como parejas. Gracias a la terapia he podido mantener la relación con el esposo a raya con esta situación, es como poder respirar de nuevo, el poder tener la maduréz de no buscar en sus cosas, de no estarlo espiando, de confiar en él, de respetar su privacidad, de vivir y dejar vivir.
Yo creí que no tenía salida, pero acá la encontré y ha quitado una parte del costal tan pesado que traía cargando cuando llegué al grupo.